Desde el suelo

a compás de 5/4
en un Jazz recién grabado,
editado y masterizado se movían,
entre tanto el  aire del salón
mascaba Marihuana.

El humo sale
cada vez más claro
a la vez que denso:

Hiblea está entre sus piernas,
Allí hay mucha Miel,
sale de una flor,
tanta que cuando está de pié
baja en gotas hasta el pavimento;

Viaja formando autopistas
en las que los nudos de enlace
confunden al Gps de cualquier lengua.

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Su piel,
con miel o sin tatuajes
es un mapa estelar,

en el que hay una luna
y también con cara oculta
encerrada a cal y canto,

Allí se habla el idioma sentimental .

-No se regalan besos-,
desde lejos se lee
en el suelo quemado,

 y no sé como entrar,
por cocinarle empeñé
todo lo que tenía:

el pasaporte,
el carnet de conducir
y por supuesto la nave espacial,

no solo es eso:

justo después del helipuerto
entre muros de hormigón reforzado,
donde la valla con pinchos,

el foso lleno de cocodrillos con láseres
y aquello que no parece un campo de minas
custodiando un caminito que sube a lo alto,

hacia un chalet de hielo
hay un perro guardando
lo que más anhelo,
una medalla orolímpica:

El recuerdo de nuestro último beso.